Cuando uno siente que, aunque no da vueltas, no le es tan fácil caminar en línea recta y que todo gira a nuestro alrededor, lo primero que primero que nos viene a la mente es que estamos mareados. Esto siempre es una opción; sin embargo, puede ser más bien vértigo.
El vértigo, esa sensación subjetiva de movimiento de los objetos que rodean a una persona o de su propio cuerpo, es uno de los síntomas que se registra en muchos de los trastornos de equilibrio y de audición.
Tiene múltiples causas posibles y se clasifica en dos categorías: periférico y central. El primero tiene una duración menor a un minuto y su intensidad puede ser tan fuerte, que el paciente puede entrar en llanto fácilmente, padecer de taquicardia y expresar tener una sensación de que se está muriendo; mientras que el segundo, tiene una intensidad de leve a moderada y por su duración, la persona se acostumbra y el malestar se modifica de acuerdo a la posición de la cabeza. Este último está vinculado a trastornos del sistema nervioso central.
Asimismo, quienes padecen de vértigo suelen presentar cuadros de cefaleas, que se exacerban con la actividad física y que en ocasiones son acompañadas de náuseas, vómitos, sensibilidad a los sonidos y a la luz; así como cuadros de desequilibrio.
El equilibrio
El vértigo, junto al mareo, es uno de los síntomas más comunes de que existe una alteración en los sistemas del equilibrio.
En la evolución de las especies, el hombre ha adquirido junto con algunos primates superiores algunas características que lo diferencian de otras especies. Una de ellas es la de marchar erguido sobre las piernas; es decir, la bipedestación. El encargado de lograr la bipedestación es el cerebro. Concretamente, el centro del equilibrio está ubicado en el tronco cerebral, cuya posición dentro del cráneo es aproximadamente a la altura de la nuca. El centro del equilibrio necesita recibir información del medio ambiente para conocer cuál es la posición que debe adoptar el cuerpo. Para tal fin utiliza las informaciones de los ojos, que reciben las informaciones visuales; de oídos, que reciben informaciones vestibulares y auditivas, y de articulaciones, que reciben informaciones propioceptivas.
Los ojos nos indican la posición del horizonte visual; es decir, la relación del cuerpo con el piso. Permiten reconocer si se trata de un plano inclinado, del vacío, etc. Los oídos, en su posición vestibular, captan las diferentes aceleraciones y desaceleraciones lineales o rotatorias a las que esta expuesto diariamente el individuo. En su porción auditiva, el oído capta un sonido para adoptar la posición adecuada de acuerdo al origen de este. Las articulaciones perciben sensaciones táctiles profundas de acuerdo con la posición en que ellas se encuentran.
Los ojos, oídos y articulaciones (órganos sensoriales periféricos) envían sus informaciones al centro del equilibrio, que las elabora y responde. En este sentido, cualquier afección del oído puede provocar la sensación de vértigo y, por ende, afectar la capacidad de mantener el equilibrio.
Diagnóstico
El vértigo está catalogado como enfermedad desde 2012, por lo que existen muy pocos estudios al respecto. Lo que si es cierto es que muchas personas han sufrido crisis agudas que los llevan a las emergencias con la sensación de muerte inminente. A quien le da un episodio de vértigo, no lo olvida jamás.
La sensación de movimiento es uno de los signos a considerar en el diagnóstico diferencial de las patologías vestibulares periféricas, como el vértigo posicional paroxístico benigno (que afecta a personas de entre 50 a 60 años de edad), la hipertensión endolinfática (en personas de entre 40 a 50 años de edad), las migrañas asociadas a problemas en el oído interno (entre 25 a 50% de los pacientes progresan a vértigo) y coclear (afectación de la estría vascular). También existe el llamado síndrome vestibular infantil, que es un trastorno de la excitabilidad cerebral, que afecta a entre 2 y 15% de los infantes.
Bien sea en el cuarto de urgencias o en la consulta, el paciente debe responder a una serie de preguntas clave que el médico le realizará, principalmente relacionadas con la sensación de movimiento y de opresión en la cabeza, zumbido en los oídos, entre otros aspectos. Esta información es vital para realizar el diagnóstico correcto, porque existen diversas patologías vinculadas al vértigo.
El vértigo debe tratarse en emergencia cuando sea el síntoma más urgente. Cada patología tiene un tratamiento diferente: algunas requieren rehabilitación (como las lesiones vestibulares) y otras requieren intervención quirúrgica.
Tratamiento
El manejo del vértigo incluye acciones de profilaxis y la ingesta de cierto tipo de medicamentos como los antieméticos.
Algunos consejos higiénicos generales para evitar los síntomas del vértigo y la sensación de mareo son los siguientes: Usar tapones al nadar, prevenir determinadas enfermedades infecciosas mediante la aplicación de vacunas, no introducir nada en los oídos, como bastoncillos de algodón (Si hay excesivo picor o tapones de cera, acudir al médico), evitar estar en zonas en las que haya ruidos muy fuertes o utilizar auriculares protectores, no impedir que salga el aire de la nariz cuando se estornuda; sonarse la nariz despacio, sin taponar a la vez las dos fosas nasales; evitar situaciones en las que el individuo pueda sufrir cambios de presión en los oídos de manera brusca; evitar infecciones de oído, nariz o garganta y si hay un cuadro de crisis, permanecer tumbado en la cama, absolutamente en reposo y con la luz apagada.
Asimismo, para las crisis agudas se receta el consumo de algunos medicamentos, entre estos los antieméticos.
El vértigo puede afectar su calidad de vida, por lo que ante la presencia de síntomas de mareo frecuentes o que no ceden en el tiempo, acuda ante un médico especialista.
Por Dr. Teófilo Gozaine - Otorrinolaringología