La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, cubriéndonos en nuestra totalidad. Sirve además de barrera y protege a los órganos internos de los efectos de agentes externos.
Hoy día se habla de la existencia de cinco tipos de piel: la piel normal, que cuenta con una hidratación adecuada y luminosidad; la piel seca, que presenta una textura áspera y en ocasiones escamosa; la piel grasa, que se caracteriza por lucir oleosa y con poros abiertos; la piel mixta, que es grasa en el área central y seca en la periferia de la cara; y la piel sensible, muy reactiva a diversos factores ambientales.
La inclusión de este último tipo de piel en la clasificación se llevó a cabo hace unos años, debido al alto número de casos de personas que presentaban reacciones cutáneas por diversos factores, todos de tipos externos.
Las causas de esta sensibilidad son múltiples; pero se deben principalmente a una combinación de predisposición genética y factores externos capaces de desencadenar o empeorar la condición que tenga el paciente.
Generalmente, las personas con este tipo de piel son muy sensibles a productos de limpieza o dermolimpiadores, cosméticos y productos aplicados en general, como bloqueadores solares o cremas hidratantes. Asimismo, puede reaccionar ante factores ambientales como la exposición a temperaturas extremas, aire acondicionado, contaminantes, cierto tipo de ropa, detergentes e, incluso, a alimentos o condimentos.
Sintomatología
La picazón, el ardor, la sensación de quemazón, enrojecimiento y resequedad al estar en contacto con los agentes/productos, son los signos y síntomas más frecuentes en las personas con piel sensible.
Una de las principales complicaciones que presentan los pacientes con piel sensible es que el rascado producido por la picazón puede debilitar la barrera cutánea y provocar infecciones. Asimismo, si estas reacciones no tratadas a tiempo y de forma adecuada, pueden ocasionar daños importantes y persistentes en la piel.
Por ejemplo, pacientes con condiciones concomitantes como rosácea, dermatitis atópica o dermatitis seborreica tienden a cursar con la piel sensible y la utilización de productos inapropiados podría empeoramiento la dermatitis que los mismos padecen.
Consejos y tratamientos
Las personas con piel sensible deben tener mucho cuidado al escoger los productos para el cuidado de su piel. Los dermatólogos siempre recomendamos el uso de jabones syndets o sustitutos de jabones e hidratantes neutros y de textura ligera. Asimismo, aconsejamos mantener al mínimo el número de productos utilizados y preferir aquellos con la menor cantidad de ingredientes, sin fragancias, alcohol o color, para poder así disminuir las reacciones y mejorar la tolerancia; además de evitar los exfoliantes o tratamientos muy abrasivos.
Respecto al tratamiento, el paciente con piel sensible debe utilizar cremas antiinflamatorias, lociones a base de agua termal y compresas frías de agua de manzanilla. El paciente debe también procurar estar en un ambiente fresco y limpio. Si el ambiente es muy seco, utilizar humidificadores. Se sugiere además escoger productos diseñados para pieles sensibles, ya que contienen menos preservantes.
Cuando las reacciones son muy intensas, sean muy persistente o empeoren a pesar de suspender el producto causante, es recomendable acudir ante un especialista en dermatología para que le oriente sobre los mejores productos para su tipo de piel.
Por Dra. Dalila Mirones - Dermatología