El síndrome metabólico define un grupo de factores de riesgo que hacen que los niños tengan altas probabilidades de desarrollar enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2.
Los niños con síndrome metabólico presentan al menos tres de los siguientes factores de riesgo:
- excesiva grasa abdominal
- presión arterial elevada (hipertensión)
- niveles anormales de grasa (lípidos) en la sangre, incluidos el colesterol y los triglicéridos
- hiperglucemia (azúcar en sangre elevada)
El síndrome metabólico es una señal de alerta temprana. Aunque pensemos que la hipertensión y el colesterol elevado son cosas que sólo afectan a los adultos, es posible también que sean problemas que los niños pueden tener. Y que, debido a la creciente epidemia de obesidad entre los jóvenes, tanto los niños como los adolescentes están teniendo padeciendo de estas enfermedades y las están desarrollando -cada vez- a edades más tempranas.
Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estiman que aproximadamente 1 de cada 10 adolescentes y más de un tercio de los adolescentes obesos, tienen síndrome metabólico.
Esto es algo que los padres deben conocer, en especial porque pueden tomar medidas para reducir las probabilidades de que sus hijos desarrollen el síndrome metabólico o los factores de riesgo que lo provocan.
Causas y factores de riesgo
El síndrome metabólico (también denominado "síndrome dismetabólico" o "síndrome X") se debe a los mismos problemas que provocan la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardíaca. Por lo tanto, las dietas altas en calorías y pocos nutrientes, y el consumo de grandes cantidades de comidas rápidas y bebidas azucaradas, pueden poner a los niños en una situación de riesgo.
Sentarse frente a una pantalla y no hacer suficiente ejercicio físico (o nada de ejercicio físico) también puede incrementar las probabilidades de que un niño desarrolle factores como la obesidad, bajo nivel de colesterol HDL ("bueno"), hipertensión y niveles elevados de azúcar en la sangre, que son las cosas que definen el síndrome metabólico.
Los riesgos parecen ser más elevados cerca de la pubertad. Esto puede deberse a que la grasa corporal, la hipertensión arterial y los lípidos se ven afectados por las hormonas que provocan muchos de los cambios que ocurren en la pubertad.
Los niños con antecedentes familiares de enfermedad cardíaca o diabetes tienen un mayor riesgo de sufrir síndrome metabólico. Pero, al igual que ocurre con muchas cosas de la vida, los hábitos del estilo de vida que adopta un niño pueden marcar el rumbo para bien o para mal. Por lo tanto, los niños activos, con buen estado físico y que comen muchas frutas y verduras pueden reducir de forma drástica las probabilidades de desarrollar el síndrome metabólico (aun cuando un pariente cercano ya lo padezca).
Complicaciones
Al principio y con frecuencia, el síndrome metabólico en sí mismo no tiene síntomas evidentes; sin embargo, cuando se permite que los factores de riesgo se acumulen durante mucho tiempo, pueden comenzar a darse grandes cambios en el organismo. Entre ellos, el desarrollo de las siguiente enfermedades o condiciones:
Arteriosclerosis: Ocurre cuando el colesterol comienza a acumularse en las paredes de las arterias o las endurece, lo que provoca obstrucciones que pueden causar presión elevada, infartos de corazón y accidentes cerebro-vasculares.
Problemas renales: Los riñones tienen menor capacidad de filtrar toxinas de la sangre, lo cual también puede aumentar el riesgo de presión elevada, infarto de corazón y accidentes cerebro-vasculares.
Resistencia a la insulina: Esto ocurre cuando las células del organismo no responden normalmente a la insulina (la hormona que ayuda a regular el azúcar en la sangre) y puede elevar los niveles de azúcar en sangre y provocar diabetes.
Síndrome de ovario poliquístico: Este trastorno, que posiblemente está relacionado con la resistencia a la insulina, provoca la liberación de hormonas masculinas adicionales por parte de los ovarios, lo cual puede causar un sangrado menstrual excesivo, crecimiento excesivo de vello, acné y problemas de fertilidad. Se asocia a un mayor riesgo de obesidad, hipertensión y, en el largo plazo, diabetes, enfermedad cardíaca y cáncer.
Acantosis nigricans: Un trastorno de la piel que provoca manchas gruesas y oscuras en la piel del cuello, las axilas, la ingle, entre los dedos o en los hombros y las rodillas.
Diagnóstico
Para que un niño sea diagnosticado con síndrome metabólico, debe presentar al menos tres de los cuatro factores de riesgo, indicados al inicio de este texto. Cabe destacar que aún cuando sólo haya un factor de riesgo presente, el médico probablemente comprobará qué ocurre con los demás y más si se trata de un niño con sobrepeso o tiene antecedentes en su familia de diabetes tipo 2 o tiene acantosis nigricans.
Además de la evaluación física, estos estudios y análisis pueden ayudar a los médicos a diagnosticar el síndrome metabólico:
Índice de masa corporal (IMC) y medida de la cintura: Al calcular el IMC de una persona y controlar el exceso de peso en la cintura, los médicos pueden determinar si es posible que estos problemas lleguen a tener un efecto nocivo sobre la salud. Si la medición de la cintura se encuentra en el percentil 90 o más arriba, se considerará un factor de riesgo.
Presión arterial: La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes del vaso sanguíneo cuando el corazón bombea sangre. Cuando esta fuerza se encuentra en el percentil 90 o por encima de él para un niño de su edad y sexo, se considera un factor de riesgo.
Análisis de sangre: Perfil lipídico, que mide los niveles de grasas en la sangre, porque los niveles bajos de colesterol bueno (HDL) y los niveles elevados de colesterol malo (LDL) o triglicéridos se consideran un factor de riesgo; Glucosa en ayunas, que mide la cantidad de glucosa presente en la sangre después de 8 horas de ayuno; Insulina en sangre también se puede realizar en algunos casos como parte de un chequeo para comprobar si hay resistencia a la insulina.
A medida que el cuerpo de un niño crece y cambia, los números que se consideran normales para estos análisis varían. Para estandarizar parte de esta información, los médicos usan gráficos especiales en los que marcan en qué lugar se encuentran los valores de los niños según su edad, sexo, peso y altura. Esto también ayuda a hacer un seguimiento del niño a lo largo del tiempo.
Tratamiento
Si a su hijo le diagnostican síndrome metabólico, esto no necesariamente significa que desarrollará una enfermedad cardíaca o diabetes. Pero los riesgos son mayores, en especial si no se mejoran o eliminan los factores de riesgo.
En algunos niños, tal vez sea suficiente un cambio en el estilo de vida para reducir el riesgo de sufrir una enfermedad grave. El médico puede recomendar: bajar de peso, hacer ejercicio físico, mejor la dieta alimentaria, aumentar la ingesta de fibra (con suplementos, si fuera necesario) y no fumar. Cuando los cambios en el estilo de vida no son suficientes, es posible que se le receten medicamentos a un niño para tratar los factores de riesgo individuales.
Por lo tanto, los niños que tienen hipertensión tal vez reciban medicamentos antihipertensivos. Otros, que tienen colesterol LDL elevado, quizás reciban estatinas u otros fármacos que reducen el nivel de lípidos. Los niños con niveles elevados de azúcar en sangre o que están a un paso de desarrollar diabetes, probablemente reciban medicamentos para disminuir la resistencia a la insulina.
Si bien la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aún no ha aprobado la cirugía bariátrica para la reducción del peso en los niños, algunos adolescentes sumamente obesos o quienes son obesos y han desarrollado enfermedad cardíaca o diabetes pueden ser candidatos para ser sometidos a este procedimiento.
Los niños y adolescentes pueden afectar de forma positiva muchos resultados de su salud. Comer bien y mantenerse activo son dos maneras de ayudar a asegurar un futuro más saludable.
Por supuesto, es más fácil para los niños hacer mejores elecciones si ven que sus padres hacen lo mismo. Por eso, haga un plan para ayudar a toda la familia a optar por un nuevo camino, más saludable. Nunca es tarde para comenzar.
Por Dra. Carmen Requena – Cardiología Pediátrica